Alguien nos engaña a menudo sin que lo
sepamos. Siendo el maso de cartas a cada momento somos abarajados terminando en
manos de cualquier jugador, mas de una vez no tenemos el agrado del dictamen
final; muchísimas veces, y a muchos, se les van los días porque “alguien” (que
nunca es él) le impidió ser.
Vamos analizando
los análisis, vamos diciendo todo lo que no se dijo, corremos detrás de los
veloces que supieron sacar ventaja del poder. Hoy las verdades se compran casi
en cualquier lado, los héroes se construyen, en algunos casos los volvemos
indispensables para el contexto social. San martín quedo chico ante los
discursos de los progresistas del nuevo milenio, y resulta que todos se dieron
cuenta al mismo tiempo que mas de un político nos fundió. Donde estaban los que
hoy saben la verdad?
Por alguna
complejidad de nuestro entendimiento básico, o por la simple comodidad de
aceptar, resulta que todo es difícil al punto de la lentitud; esa misma
lentitud que te atrasada en el tiempo, que te tienta abandonar, esa que es tan inofensiva
pero que sin embargo mas de una vez evitamos enfrentar. Creemos que las
ausencias de lo que a otros les sobra es la clave de la vida, cuando en
realidad es la pausa infinita que no nos deja progresar.
Comunicadores tentados
a pensar en la variación de ideas renovadoras pero visto desde la empresa, ya
no tenemos diarios, existen empresas. Se utiliza como materia prima la información,
generando el producto, inventando una realidad.
Y se multiplican
las voces a la hora de juzgar, se nos llena la vida de demagogia barata que nos
mantiene feliz. Y lo no tan bueno pocas veces nos pertenece, pues siempre
vivimos las consecuencias de aquello que “alguien” hizo mal.
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