Por Exequiel Arrua
Cuantas veces no
creemos en la creencia, tantas son las veces que nos asombra nuestra propia
historia. Historias necesarias para las teorías futuristas.
El periódico
“irrefutable” asegura hace semanas que Salvador perdió su talento, al mismo
tiempo que su musa parece nunca haber existido. Dicen también que no encuentra
manera alguna de interpretar siquiera sus propias obras.
Pero lo cierto
es que el artista se encuentra en la cumbre. No se podría decir que esta en su
mejor momento, porque cada expresión refuta a la deslumbrante obra que realizo
el día anterior.
La vidas de
algunos gritan con gritos desgarradores que le presenten una maldita muerte.
Mientras que algunos muertos molestan a los vivos que han descubierto la formula;
esa que ni Albert pudo deducir.
Sin embargo
tanto los vivos como los muertos han de permanecer en el ecosistema.
En la esquina de
los sueños, un pobre tipo ha leído más de cien veces el libro que relata su
historia, y en cada lectura altero su final. En el desenlace de la parodia se
interpreta feliz.
Mientras el
capitalismo mueve a la mayoría de las mentes no pensantes, las que piensan se
ven seducidas también, pero extrañamente el sol sigue saliendo; una tristeza
irreversible hoy ríe a carcajadas por esas tantas burlas al diablo.
A todo esto,
todos dudan de las mentiras y las verdades no existen, pero para cada ocasión
siempre descubrimos un audaz dentro de nosotros que nos mueve, el mismo que al
parecer nos trajo hasta aquí.
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