Por Exequiel Arrua

Caminantes
caminan las veredas del olvido, mientras que los olvidados alargan su vida
intentando ser recordados.
El sol se asoma
a eso de las tres de la mañana, pero
nadie se sorprende si la noche ausenta al sol por años, quizás sea porque no
hay nadie…
El viento es
humo, el mismo que empaña los ojos de quienes caminan, pero estos tienen mas de
cinco sentidos, tal vez por eso siempre que pisaron la huella fue portada de
un libro.
Esta ciudad
perdida es conocida como ”la ciudad del ruido”, se la llama así porque la
esperanza de aquella comunidad (desde
los principios) es que las
interferencias entre la psiquis y el corazón dejen al menos unos segundos de
hacer barullo.
Los animales
hablan, las aves no vuelan y a las cinco de la tarde se acostumbra a tomar el
te. Luego de la merienda glamorosa todos se van de viaje a los sueños, mas de
uno nunca volvió. Quienes lo hicieron aseguran que allí cierta cosas son
tangibles, como también suelen escucharse historias de enormes paredes con
rostros tallados en los ladrillos.
Esta ciudad no
habitada y tan llena de vida no dedujo aun cual es el camino a la muerte,
quizás porque quienes no mueren en el desconcierto de la urbe misma lo hacen
cuando pasean por los sueños.
Los quince de
cada mes todos concurren por provisiones al mercado, el cual solo abre sus
puertas ese día y por dos horas, teniendo a veces que cerrar antes por falta de
mercadería. Lo extraño es que nadie compra los cuadernos de veinticuatro hojas
por ser marca “sinceridad”.
En la plaza general Vioprinc todos los días tres jóvenes saltan la cuerda de manera obsesiva, casi
al borde de la desesperación. No han dejado de saltar los tres al mismo tiempo
por años, mientras uno descansa los otros dos saltan aun mas enfurecidos. Si
bien se desconoce el motivo de tanta estupidez, algunos aseguran que los
individuos no han dejado de saltar en años porque un brujo les prometió que si
se esforzaban en saltar casi hasta morir alguien los llegaría a querer, y quizás
así podrían habitar el mundo de las personas tangibles.
Las quejas son
imposibles debido a que nadie puede hablar sin la orden del “yo”, lo extraño es
que nadie lo conoce; y los comentarios mas comentados aseguran que este es el
principio de toda adicción.
Nada más se sabe
de esta ciudad (ubicada tan cerca que nadie la ve) porque quien intento contar
algo más, solo se quedo contando el cuento.
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