A principios de los años setenta comenzó a existir lo que hasta estos días se conoce como rock “nacional”, siendo su nombre ya la primera estrategia de consumo para implementar este nuevo género musical.
Este supuesto rock “nacional” que en realidad desde siempre estuvo, y está, constituido por distintos estilos musicales de distintas partes del mundo, comienza a impregnarse en la sociedad con el rótulo de artículo nacional.
Visto desde el consumo, es evidente cómo este movimiento musical nace de la interacción entre artistas y la sociedad, debido a la situación del país y a la censura de ese momento, donde por medio de la música se buscaba expresar distintas cosas.
Esto es, quizás, la principal característica del rock “nacional” como elemento de consumo, observar la actualidad y problemática de la sociedad para luego reflejarla en sus obras (siempre de manera subjetiva), convirtiéndolas en objeto comerciable que con el tiempo resulta una necesidad para el público consumidor de dicha obra.
A medida que fueron pasando los años este género musical se fue nutriendo de muchos otros, que casualmente traían consigo una cierta popularidad en determinados sectores. Si bien esto no deja de ser un crecimiento artístico para quienes lo hacen, también es una estrategia muy bien pensada para aumentar la venta de sus obras.
Si a este supuesto rock “nacional” le sumamos otros géneros musicales (candombe, jazz, tango, etc.) no solo crece y evoluciona la obra en sí, si no que también se ve conmovido otro tipo de público el cual es consumidor de ese genero integrado a este rock “nacional”, evidentemente el publico, así como también el consumo, aumentará.
No solo se nutre de otros géneros musicales y de la problemática momentánea de la sociedad, muchas veces se apunta a un estereotipo de personas y se construye la obra con la intención de que esta sea aceptada y consumida por ese sector. De esta forma se tiende a caer en la repetición de lo ya aceptado para así asegurar uno de los principales objetivos, que sea aceptable y consumido por la mayoría.
Este estilo de música produce a veces en los consumidores, la tendencia al rechazo o la critica de otros géneros que no se le parecen. Debido a que los gustos musicales muchas veces son asociados a tal o cual clase social., y si bien este enfrenamiento es por momentos muy notable, los productores y artistas de rock recurren no solo a los intereses de una clase social, si no que indagan en todo tipo de características sociales, porque a la hora de vender, son más rentables los sucesos y hechos populares que los que podrían llegar a conmover al artista.
Es cierto también, que existe en este estilo de música un cierto código de interpretación, lo que hace que no todos comprendan el sentido de la música, pero a su vez estos hace que se vea atractivo o aceptable al común de la gente. Entonces terminamos escuchando sus obras mas allá del significado, lo hacemos por moda, porque el consumo lo ha establecido de momento.
Los artistas pocas veces pueden mantener su idea u obra original hasta que llega al mercado, ya que los productores tergiversan la obra en base a la necesidad y la demanda de la sociedad.
Es así que al presentarse el disco al público por medio de dos o tres temas, los famosos “corte de difusión” que la mayoría de las veces responde más a la demanda que a la idea del o los artistas. Pero deben éstos someterse a esta instancia, que es nada más ni nada menos que una estrategia de consumo, promocionar la banda al común de la gente queriendo imponer a la mayor cantidad posible.
Canclini sostenía: la comunicación no es eficaz si no incluye también interacciones de colaboración y transacción entre unos y otros. Es decir, que tanto el público como los artistas se necesitan unos a otros para satisfacerse mutuamente.
El músico utiliza los términos y vocabularios del público para hacer llegar con más precisión sus ideas.
Mas allá de las clases sociales y de las características de cada una de las personas que acuden a recitales, en ese momento existe algo que los vincula y los hace reunirse para dicho ritual. En la actualidad podemos observar cómo importantes marcas han sabido sacar provecho de esto.
Estas marcas aumentan su popularidad y consumo de sus productos juntando a distintos artistas en un mismo evento, lo que no solo favorece a las marcas si no que también a los artistas, quedando expuesto como el consumo los complementa a unos con otros con una Principal objetivo, imponer a la mayoría su producto.
Nos lleva a tal extremo el consumo que hace que las mercancías que el mercado nos ofrece se conviertan en algo esencial e indispensable para el desarrollo de nuestra vida. Tal es así que nada importa a la hora de conseguir una entrada a un recital o para obtener el último disco de la banda influyente, dejando en segundo plano sus necesidades.
Resulta sorprendente ver como personas que se esfuerzan para conseguir su dinero el cual les alcanza nada mas que para satisfacer sus necesidades básicas, son los primeros en hacerse presente en las boleterías o en disquerías, sin importar el sacrificio que eso implique, obteniendo a cambio la vacía satisfacción de sentirse parte de la moda, ser consumidores de lo establecido.
Mas allá de sus beneficios y sus contradicciones el consumo esta establecido en la sociedad, y por mas que detectemos sus estrategias siempre terminamos siendo parte de esta red, donde lo mas cercano al NO consumo es la racionalización al consumir.
Como afirman Douglas e Isherwood, las mercancías sirven para penar: ”es decir que a pesar de las estrategias utilizadas para la imposición, podemos encontrar en un disco, en un recital y/o en un tema de rock “nacional” el disparador que nos lleva a pensar mas allá de la obra en si, incluso incitarnos al análisis de ciertas cosas que en nada se relacionan a la música, pero no por eso deja de ser un objeto de consumo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario