En una carta dirigida al arzobispo, Mario Bergoglio, los militares presos en campo de mayo algunos y otros detenidos en domicilio por cuestiones de edad, exigen con gran caradurez el perdón y olvido de una dura y dolorosa etapa que nos toco vivir a los argentinos en la década del ’70.
Se adjudican la masacre que nos hicieron padecer como delitos comunes, sabiéndose perfectamente que los crímenes cometidos fueron de lesa humanidad.
¿Cómo se puede tener el descaro de pedir respeto e igualdad? con que cara estos genocidas pretenden justicia, perdón y olvido, cuando ellos mismos, de la peor manera torturaron y maltrataron a personas por el solo hecho de pensar distinto y pretender un cambio político y social.
Procuran dar lastima haciendo notar el dolor que ellos y sus familiares están pasando, cuando estas mismas personas no pensaron ni un segundo el sufrimiento que estaban causado al momento de pretender callar las voces que no compartían sus ideologías, mediante el secuestro, la tortura y desaparición de sus victimas.
Hay que ser muy hipócrita para invocar el nombre de Dios y al mismo tiempo hay que agradecer que de una vez por todas se este haciendo justicia!
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