Si buscáramos en este recorrido
lunático que se denomina vivir seguramente descubriremos que lo que somos
alguna vez (al menos un rato) lo deseamos.
Caminamos entre sueños y ganas
variadas ser, buscando el molde que nos quede mejor. Alejamos la vista del
detestable ser propio para vivir según las historias de al lado, historias que
jamás nos preguntamos que tan verídicas son.
La envidia, el deseo o la cobardía
que nos conduce a mirar las novelas que desfilan a nuestro lado, convierten a
esas historias en Medusa, y cuanto mas miramos como funciona la ficción de
terceros, más nos petrificamos.
Nos expresamos mal porque el otro
(según alguien) se expresa mejor, somos lentos porque quien vive en la vida de
al lado es rápido, y terminamos siendo nada porque tanto miramos que dejamos
hace años de construir nuestros sueños.
Los cielos se traspasan, y por eso es que soñaremos según cuanto queramos
soñar. Como también es cierto que pocos pueden elegir el suelo que pisan o la
vida que viven, pero si el sueño es soñado seguramente florecerán de la esencia
las ganas de construir sobre lo que inevitablemente ya existe.
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