por Exequiel Arrua
Buenas maniobras, excelentes atracos,
verdades exterminadas por las ideas del nuevo milenio. Nueva era de pacificación
por medio de la soberanía ejemplar de las victimas siendo villanos. El desinterés por lo que fueron y el halago interminable
por lo que pretenden ser, siendo descartada la otra mirada con sutilezas
prolijamente camufladas utilizando el mecanismo de la red en cuestión.
Transistores saturados por
predicadores que no pueden despegarse de los intereses personales, entes
multiplicados que van eligiendo su
bandera según el caso, siendo indiferentes al tiempo que los condena, subrayando
sobre subrayado los momentos en que fueron victoriosos.
Los días son testigo del
nacimiento constante de luchas que se superponen a otras tantas luchas,
terminando en un debate de intereses que siempre arroja el mismo resultado: la
incoherencia de lo que se dice y lo que se ve. Discursos muy bien hablados que
garantizan el bienestar de las personas mientras que las calles son invadidas
por la desigualdad y las discusiones (a veces sin sentido) que no conducen a
otro lado que a la división de la sociedad.
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