por Oscar Ayala

Lo que se puede ver es el retrato intermitente de una generación de argentinos que pasaron sus días de juventud en el contexto de la dictadura, una generación que no encuentra su lugar en el Neoliberalismo argentino de los años 90. Para ilustrar dicha situación se nos muestra la vida de alguien que no pudo y que no puede conseguir todo lo que quiere .Trapero filma de un modo naturalista con un blanco y negro sucio humildemente iluminado en 16 mm y con un sonido quebrado que responde a algo más parecido a un semidocumental que a un film.
La modestia es aquí una virtud. Con un argumento tan sincero como categórico se nos cuenta la historia de Rulo, bajista de un grupo musical de los 70 que tuvo un solo éxito. Rulo ahora es cincuentón y tiene un hijo que literalmente no sirve para nada, cuando pierde su trabajo manejando una grúa de construcción (porque la AFJP no lo considera apto para el riesgo), se va al Sur a probar suerte en Comodoro Rivadavia.
El personaje de Rulo está interpretado de manera esplendida por el actor Luis Margani: un papel hecho a su medida. Margani le da vida a una persona que se le fue quitado su derecho a laburar. Él es uno más de los excluidos de los Sistemas económicos. Esos que ante los ojos de los “exitosos” son “nadie”. El paisaje urbano es fundamental a la hora de seguir desarrollando la trama: Dock Sud a pleno. Allí donde nace la inocente relación amorosa con la Kiosquera y donde Rulo toma mates para juntar fuerzas para ir a trabajar.
Pablo Trapero (hoy en día más conocido por películas como Carancho, Leonera o Elefante Blanco), nos invita a ver un film a través de un espejo. Un espejo que nos permite observarnos a nosotros mismos: personas/personajes que nos rodean que están ahí, acá al lado nuestro, en una sociedad que puede ser muy cruel cuando quiere. Donde, lamentablemente, el progreso nos es para todos. Solo para algunos “elegidos”.
Mundo Grúa: punto alto del “Nuevo cine argentino”. Películas de directores que en los años noventa tenían menos treinta años y demostraron que se podía hacer cine del bueno sin ser tan careta.
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