Por Exequiel Arrua
Si bien sus movimientos en determinados momentos no
conocen de límites, saben que existen lugares donde no deben moverse, o ni
siquiera pisar.
Alguien, un ente cualquiera que tiene sobre ellos
poder, dispara monólogos largos y aburridos que nadie desea escuchar, y a nadie
le hacen gracia. Pero los Sinidas no cuentan con el derecho de la palabra, como
tampoco son libres de la toma de decisiones, mucho menos de irse. Es así que
callan archivando su más horrible dolor, teniendo que mantener su espalda
erguida hasta el final del libreto.
Pero por alguna razón entupida que no entiendo, los
Sinidas solo se encuentran a la espera de alguien inferior. Ellos, quien
padecieron minutos y horas interminables escuchando monologar a alguien que
disfrutaba de someterlos, ahora estando monologando.
Son ellos quienes ahora exigen, ellos hablan y no
paran de hablar. Son los mismos Sinidas que sufrieron, los que ahora están
disfrutando de alguien inferior.
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