Por Exequiel Arrúa
Somos tan estúpidos que no leemos lo mismo por estar mal escrito, besamos los besos que no dimos en medio de lamentos inútiles que han ido mutando a lo largo de una historia, nuestra historia.
Cuantas veces le dedicamos minutos llenos de palabra al gran dios, mientras nuestro inconsciente nos parlaba como silbido que el jamás existió; pero como nuestro motor predecible casi siempre engancha para el mismo lado, necesitamos creer en la solución cómoda de alguien superior.
Nos alentamos con palabras vacías, pedimos alguna autoestima prestada y cada tanto miramos televisión. Gritamos sabiendo que no llegamos ni al silencio y juzgamos las verdades que nos perjudican.
Basta con salir a la puerta para asistir al carnaval, en cual las caretas son la cara visible de esta realidad. Tantas son las mascaras, que somos nosotros los enmascarados por no asistir al montaje, montaje ya convertido en vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario