Por Exequiel Arrua
Elegimos una verdad para camuflarla como una mentira casi
perfecta, para insertar en el otro la duda; para que de ese modo deduzca lo que
no queremos decir.
En los cielos estrellados hemos chocado más de mil veces con el
choque, como también vimos estrellas en medio de la tempestad.
En algunas oportunidades, desesperados por no desesperar,
acudimos a la última chance dejando la lógica olvidada.
Seguimos siendo seres que pretenden ser por sobre todas las
cosas. Tanto queremos ser que no nos hemos preguntado que quisiéramos ser,
entonces en el camino, en el confuso y eterno camino del ser, terminamos siendo
el error más agradable de un plan perfecto que fallo.
Somos testigos mudos de cosas que ya nunca diremos, o que al
decirlas será algo similar al silencio.
Hemos dejado de ser todo lo que alguna vez soñamos, porque el
pensar es tan exacto que el acto no llega a equiparar, es ahí entonces cuando
dejamos de buscar la perfección del hacer. Para terminar siendo parte de un
destino, destino supuestamente inevitable, pero que nosotros elegimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario