por Oscar Ayala
El sexto largometraje de Juan José Campanella, luego del éxito de taquilla y criticas como lo fue “El secreto de sus ojos” (ganadora del premio Óscar de la Academia de Hollywood como mejor película extranjera), se esperó con ansias. La expectativa estaba puesta tanto en la forma que se iba hacer (una película de animación en 3D, situación para nada habitual en lo que se refiere al cine Nacional) como así también poderse encontrar con la profesionalidad y pulso cinematográfico que siempre demostró tener el director.
Esa curiosidad de ver “la última de Campanella”, el director con más proyección internacional de los últimos años, el único que tiene un público cautivo en cada una de sus producciones, sino está mermada a la hora de ir a verla es de alguna manera contraproducente porque se espera demasiado, se le pone un mayor interés y énfasis a un filme que quizás solo quiera entretener y nada más. “Metegol”, tiene el ojo puesto en el uso de la tecnología y no tanto en poner en los tópicos argumentales que se le reconocen al realizador (en el caso de aparecer, esos tópicos, lo hacen de una manera muy transparente, no toman la dimensión sus obras anteriores)
Sin embargo, lo primero debiera mencionar es que estamos ante un correcto producto de animación sobre todo teniendo en cuenta que el presupuesto es de 20 millones de dólares: una financiación terriblemente costosa en lo que refiere a la industria audiovisual local pero mucho más económica que cualquier “tanque de animación Hollywoodense”. En este aspecto Metegol” quedara en la historia seguramente como el filme que abrió una nueva puerta al negocio del entretenimiento ya que visualmente el trabajo alcanzado se encuentra a la altura de lo que ofrecen productoras de la envergadura de Pixar, Disney o Universal.
El guión de base es bastante convencional y lineal. No exige demasiadas interpretaciones. Parte de una estructura clásica conocida como “la historia dentro de la historia”: un padre le cuanta un cuento a su hijo (su propia vida). La acción principal se ubica en un pequeño pueblo donde Amadeo, un retraído niño, cuya pasión pasa por jugar al metegol y estar secretamente enamorado de Laura, una chica más lista que él. Un enfrentamiento ante “El Grosso” (el chico malo del pueblo) le traerá consecuencias.
Lo mejor de “Metegol” pasa por el diseño de los personajes/muñecos/jugadores. Por su identificable argentinidad, evidente en los diálogos y en sus gestos: el líder del equipo, Capi (Pablo Rago), el presumido Beto (Fabián Gianola) y el cool Loco (Horacio Fontova), con su paz inalterable y una reflexión filosófica a cada momento. Las bromas sobre el fútbol son certeras y graciosas. Las voces no son
forzadas, tienen una naturalidad increíble en coordinación con los movimientos de las animaciones. La “universalidad” y cuestiones atemporales en la trama pretendida por su creadores no se desentonan, seguramente serán apreciadas en distintas países.
Lo peor de “Metegol” transita por el personaje principal: Amadeo (David Masajnik) es inexplicablemente callado e introvertido, la historia de amor con el personaje de Laura (Lucía Maciel) es muy forzada. Con el correr de los minutos se van perdiendo las ganas de saber si terminaran juntos o no. La banda de sonido es demasiado lineal y sin impacto alguno (detalle que no se puede pasar por alto desde el punto de vista “marketinero” que tenían a priori los inversionistas)
Se festeja (y mucho) las citas y referencias cinéfilas: “2001, Odisea del espacio” de Stanley Kubrick entre otras como así también algunas secuencias con espíritu de western.
Si bien cuesta encontrar al Campanella clásico algunos de los elementos que suele imprimirle a sus películas aparecen: costado nostálgico-melancólico, el humor a través de la ironía y los buenos diálogos. Este film en 3D que está inspirado en el cuento “Memorias de un wing derecho” del escritor Roberto Fontanarrosa y que a su vez se le sumo la mirada “futbolera” del también escritor Eduardo Sacheri marca un quiebre en el cine argentino, donde se espera que sobrevengan más de estas producciones.
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