Resulta prácticamente
imposible comenzar a enumerar las sensaciones con un determinado orden, lo no
tan bueno para algunos resulta una catástrofe para otros, y a la hora de pensar en lo ocurrido algunos
poseen la suerte de poder abrazarse con sus más allegados.
Las palabras muchas
veces carecen de intencionalidad, la lectura es ambigua, y mucho de lo que se
deja leer en referencia al difícil momento
de la ciudad puede sumar pero también puede llegar a restar.
A medidas que
transcurren las horas vamos tomando conciencia del hecho, las preguntas
comienzan a desbordar a las respuestas, la ausencia de las mismas causan indignación
y dolor que crecen a pasos agigantados,
y el alma parece encontrar un consuelo al ver la movilización de bomberos,
rescatistas, y personas desobligadas que voluntariamente deciden sumar su
granito de arena.
A mas de 48 horas de
lo ocurrido hemos escuchado infinitas crónicas, diferentes imágenes, información
de todo tipo en las redes sociales, especulaciones, lamentos y algún que otro
oportunismo que llegado el momento podrá o no ser puesto en cuestión. Desde nuestro lugar de ciudadano común no queda
ya nada por hacer en Salta y Balcarce, en este momento la ayuda es mantenerse
distante y en la medida que se pueda colaborar con los pedidos que se vallan
solicitando desde Rosario Solidaria.
No podemos
solucionar concretamente nada porque lamentablemente en algunos casos nada
quedo. No vamos a poder devolver lo perdido, ni tampoco tendremos las palabras
para un total consuelo de las personas afectadas directa o indirectamente en el
hecho. Pero a medida que el tiempo comience a trascurrir hay posibilidades no
solo de encontrar a los desaparecidos y así calmar esa esperanza colectiva que
deambula la Ciudad, si no que también podemos crecer a raíz de este penoso y
lamentable suceso.
Desde el martes se
puede percibir en cada rincón de la ciudad como la mayoría de las personas sin
importar ideología ni clase social, han actuado de manera colectiva solidarizándose
con los afectados. Sin embargo, es
sumamente importante que cada uno se invite a si mismo a una profunda reflexión.
Somos testigos
directos o indirectos de la perdida de viviendas, ahorros, objetos de toda la
vida, recuerdos, fotos, bienes y personas. De ahora en mas la responsabilidad
no solo es de las entidades, los gobernantes y las empresas; si no que también
nosotros somos responsables de nosotros mismos y el valor que le damos a eso
que nos rodea y que muchas veces pasamos por alto.
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