por
Oscar Ayala
Allá por el 2004 el
director Juan Taratuto le dio un poco de aire fresco a las comedias románticas
en el país. Después de un largo tiempo, el cine
argentino, había apostado a una película de género. El film nos habla de amores que comienzan, amores que tienen un fin, duelos que
hay que transitar, olvidos que tardan en llegar, olvidos que por fin llegan,
reinicios a la vida y otra vez: amores que recomienzan.
La propuesta viene
muy bien acompañada del humor: diálogos increíbles en personajes simpáticos que
terminan estando por arriba de muchas
situaciones de manera parcial en el desarrollo de la historia. La invitación a
pasar un momento más que agradable en una comedia aparentemente banal,
superficial y con vocación comercial está saldada.
Javier (Diego Peretti),
es un médico que está recién casado, tiene planes de comenzar una nueva vida en
Estados Unidos con María (Soledad Villamil). Antes
de irse hacia Miami para encontrarse con su mujer, ella lo llama para decirle que
se ha enamorado de otro y da por finalizada la relación. Javier comienza a
desesperar: María es todo en su vida, todo gira en torno a ella. Sin saber qué
hacer trata de refugiarse en su psicoanalista, en sus amigos y en el perro que
acaba de comprar.
Lo central de la
obra se centra aquí: el personaje de Javier por todos los estados de una
ruptura. ¿Quién no ha pasado por una realidad semejante o ha conocido a alguien
así? Esa cercanía en lo que se cuenta produce un ida y vuelta a través de una
complicidad inmediata en los personajes. En definitiva, la historia cotidiana
narrada en este filme nos permite ver a alguien que hace de todo para superar
su incapacidad de estar solo y olvidarse de eso que es (o cree) una traición.
Solo en él estará dejar de lado el pasado y comenzar una nueva etapa donde
pueda estar o no una nueva mujer (Cecilia Dopazo).
El actor Diego
Peretti funciona como “El Woody Allen porteño”. Son varias las secuencias en
las que un par de frases en el diálogo provocan carcajadas de un modo agradable,
cómplice y reparadora en esos momentos donde su personaje Javier parece no
pasarla de la mejor manera. Esa particularidad que dios (o simplemente la
gestación de sus padres) le dio a Peretti
habita en la comedia: una manera de actuar, un cuerpo, una voz específica y una
gesticulación determinada.
El otro punto
fuerte de la película es la banda sonora: Calamaro y Drexler y otros que cantan
canciones poperas de desamor le ponen la frutilla a la torta. Sus canciones
acompañan los momentos más tristes y melancólicos de la película y relatan lo
que el personaje va sintiendo.
Juan Taratuto es
dueño de un tono ligero y eficaz en el transcurso de la realización de una comedia
agridulce que tiene escenas verdaderamente divertidas. El
personaje de interpretado por Peretti resulta tan enternecedor, tras el
abandono de su mujer, que es imposible no simpatizar con él. Realmente notables
son las conversaciones con el psiquiatra (Marcos Mundstock).
“No sos vos, soy yo”,
le dio el puntapié inicial a Taratuto para convertirse en uno de los directores
con más proyección de los últimos años. Cabe recordar las exitosas ¿Quién dice que es fácil? (2006) y Un novio
para mi mujer (2008).
VER EL TRAILER http://www.youtube.com/watch?v=HanCCqtIKHI
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