Salvese Quien Pueda


Somos porque nos ven, somos porque nos escuchan. Entonces si somos porque nos ven, y somos porque nos escuchan...somos tantas cosas diferentes como las muchedumbres que integran esas multitudes, que nos ven y que nos oyen...

10 sept 2013

El Abrazo Partido

 por Oscar Ayala
Daniel Burman, en este film, aborda la temática de la mentalidad judeo-argentina de un modo muy particular y entretenido. Superando lo que hiciera en “Esperando al Mesías”, y que luego seguiría con “Derecho de familia” (una trilogía no oficial digamos). En “El abrazo partido” se vale de un constante costumbrismo a flor de piel donde aparecen distintos personajes muy bien delineados. La historia se desarrolla en una de las tantas galerías del Once. Un micromundo más que especial.

Ariel Makaroff (Daniel Hendler) no encuentra su lugar en el mundo y se encuentra en esa búsqueda. Ayuda a su madre en su negocio de lencería. Ariel, ex estudiante de arquitectura, con problemas para relacionarse con las mujeres, sueña con irse de ese mundo asfixiante y emigrar a Europa (no perderse su entrevista con un funcionario del consulado polaco, donde tramita el pasaporte). El padre de Ariel se marchó a Israel para participar en la guerra del Yom Kippur cuando era pequeño y él aún no ha superado el abandono. Ariel quiere recuperar su nacionalidad y viajar, quizá allí pueda terminar sus estudios.
El guión, escrito por Burman, junto con Marcelo Birmajer, adquiere cosas tomadas de la vida del director sin ser algo plenamente autobiográfico (específicamente su propósito de recuperar la nacionalidad polaca para partir hacia Europa). En el film surgen reflexiones sobre las relaciones humanas. Nos presenta a un personaje que se lo puede considerar como un vago, cuestionador de todo A pesar de su ociosidad, no perdemos la empatía hacia él. Hendler le aporta cierta ternura (una característica presente en la mayoría de sus interpretaciones). La crisis argentina se toca de manera sutil: la necesidad de emigrar, tan contemporánea es un punto persistente en la película.
Con una dirección dinámica y de buen ritmo gracias a los cortes discontinuos que acompañan a una cámara en movimiento, Burman tiene la habilidad de mostrarnos la otra cara de este centro comercial donde transcurre la mayoría de la obra. Con zooms repentinos podemos ver a llamativos personajes: un par de primos hermanos que venden telas, la sensual encargada de un local de Internet, un matrimonio de hermanos coreanos protegidos tras la vidriera de su negocio de feng shui, una “aparente” agencia de viajes.
El director aborda de un modo minucioso las obsesiones judeo-porteña. No lo hace de manera pretenciosa ni seria. Lo hace a través del humor. Esa cotidianeidad del film produce una identificación inmediata en ese tipo
estereotipos. Estereotipos que no son maliciosos sino que se reproducen con naturalidad. Otro ítem para destacar en el film es la utilización de la voz en off (en la mayoría de las realizaciones argentas queda mal). Aquí la voz en off se encuentra muy bien ubicada. El recurso se mueve con claridad y sencillez.

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