Salvese Quien Pueda


Somos porque nos ven, somos porque nos escuchan. Entonces si somos porque nos ven, y somos porque nos escuchan...somos tantas cosas diferentes como las muchedumbres que integran esas multitudes, que nos ven y que nos oyen...

11 sept 2013

Sala de espera

 por Exequiel Arrua
No se puede en el tiempo ubicar los actos con exactitud, pocos lograron armar el archivo nacional del individuo solitario. Solamente existen expectativas que van marcando un posible escenario, no recordamos aquellos que atestiguamos porque no estamos seguros de haber dicho algo relacionado a la veracidad que convivía  con nosotros.
Nos quedamos esperando que el colectivo se apiade de nuestras manos ocupadas y se detenga para llegar a tiempo para cuando el niño regrese del colegio. No escuchamos nuestro reclamo en el discurso de aquel nos trajo un kilo de arroz, no sentimos como quisiéramos sentir los discursos de los toma decisiones. 
Se nos murió la ilusión esperando que suene cambalache en la emisora de moda, y la modista me recomienda el suéter del local de la esquina para que su amiga ingrese lo antes posible en el mercado textil.
Estamos a la espera de esa mujer o ese hombre que entienda lo inentendible. Aguardamos el tren en la vieja estación abandonada, aquella que no defendimos en la década feliz. Somos personas personificadas por lo que “tendría” y resignamos la esencia al punto de perderla en baches mentales que con el tiempo desconocemos si existieron o no.
Peleamos con el mundo por la libertad del otro siendo presos del prejuicio y victimas de las imposiciones sociales, somos el proyecto revolucionario de la posmodernidad. Somos una tentadora oferta para un sistema sin sueños tangibles, parecemos maquinas que intenta parecerse a quienes conformaban la humanidad.
Estamos demorados pensando la salida, todos los días estamos saliendo a la libertad terminando la jornada en la esclavitud tecnológica que nos convenció que jamás nos libraremos de la estupidez, a no ser que nos parezcamos a los antepasados infelices que se murieron sin saber vivir.
Estamos a la espera de un ajuste de precios mientras estafamos en la cotidianidad a los débiles del sistema, caminamos hacia los sueños inventando barreras que obstruyan las metas y somos perfectos buscadores de imposibilidades para poder refugiarnos en la resignación más cómoda de todas.
Así la vida va tomando forma, y las formas se ven limitadas por las imposiciones y los requisitos que nos exigen para existir dentro de un mundo acelerado que manipula nuestros deseos y necesidades. Los días parecen ser una simple y eterna espera que con el paso del tiempo nos hace olvidar los objetivos para sumergirnos en el goce de lo que nos fue impuesto.
La revisión de los sucesos nos muestran mucho mas expectativas que llegadas, y pocos se percatan a tiempo que todo lo anhelado en realidad siempre nos estuvo esperando, y fuimos nosotros mismos quienes nos inventamos la imposibilidad volviéndonos un cobardes mas que por medio de las excusas asimilo su fracaso.



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