Por Exequiel Arrua
Intoxicado de
recuerdos bellos Nicasio no logra irse de la sensación morbosa de no querer ser
mas nada. Mueve su cabeza sin pensarlo, como si imitara el gran reloj de pared
que se encuentra en el living de s
u casa, pareciera que solo espera la hora que
todos detestamos.
Llora diez
minutos cada día, así llueva, salga el sol o el frió lo desgarre. Balbucea
insensateces que solo para el tienen un sentido, y sin pensar hace una obra de
caridad al menos una vez al día.
Temblores miedosos
acompañados de un fuerte apretón de dientes, suspiros interminables y una
resignación que no llega; esto es lo mas real que Nicasio cree que queda de el.
Si bien ha salido incontables veces a buscar sus ganas en lugares antes
recorridos, el cree que solo cuenta con esas limitadas sensaciones; las cuales
ya necesita para poder sobrevivir.

“solo se que
tengo recuerdos. Estoy atrapado en un lugar
inexistente que solo yo puedo apreciar. Ese lugar que cada uno tiene y conoce
en su intimida. En mi caso podría decirse que es consecuencia de una perdida,
la perdida de mi mayor tesoro, el arrebato de lo único que me podía movilizar.
Soy algo que deambula, el resultado de la perdida de inocencia.
Ya no veré el
cielo como aquellos años, ni tampoco podré reír sin el temor a equivocarme. Lo
he intentado pero fue inútil, ya no logro sentarme a disfrutar el paisaje
mirando el sol que me encandila, por mas
de quince minutos. Ya no siento lo que me pasa, no siento que mi sentir sea totalmente sincero como aquellos
días.”
Así Nicasio pasa
cada uno de sus días. Mirando fotos, escuchando música de años anteriores y
leyendo cartas de todo tipo de los tiempos que extraña. Muchas de sus horas las
transita con los ojos cerrados, con el único fin de sentir el recuerdo lo mas
real posible. Repite frases y sabe que ha pasado esa fecha y en esa hora años
atrás. Trata de incorporar a su rutina cosas olvidadas de aquellos días y
recuperar hasta lo mas mínimo que pueda generar en el un recuerdo.
Es de esa forma
que Nicasio, jornada tras jornada se encierra en su laberinto, el cual para el
resulta excitante. Implorando a su ser supremo, que mañana venga alguien que le
quite los recuerdos para ya no existir.
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