Salvese Quien Pueda


Somos porque nos ven, somos porque nos escuchan. Entonces si somos porque nos ven, y somos porque nos escuchan...somos tantas cosas diferentes como las muchedumbres que integran esas multitudes, que nos ven y que nos oyen...

2 oct 2013

Nosotros, el inconveniente


 Por Exequiel Arrua 
Resulta sumamente complicado explicar (y sobre todo explicarnos) aquello que nos caracteriza y nos define como lo que somos. Cada uno de nosotros es tantas veces y  de tantas maneras como la cantidad de  percepciones que caen sobre nosotros.
Las distintas disciplinas fueron clasificando en grupo a través de los años, y hoy son tantas las formas de ordenar la misma cosa que la confusión se fabrica en simultáneo, sin que nos demos cuenta, y a la velocidad de la luz.
La necesidad de tener un nombre hoy se ha vuelto una estética que se encuentra mas cerca del rotulo que de una designación que facilite el reconocimiento en los tumultos. En otro sector, también sectorizado, las masas son entendidas como amontonamiento de gente la cual se intenta guiar según los intereses de los guías; así los debates tomaron relevancia en la historia y han ido abriendo puertas que daban a ventanas, y ventanas que desembocaban en puertas. Tristemente aun quedan muchos encerrados en laberintos mentales que no hacen otra cosa que retroceder el proceso, permitiéndoles solamente la marcha atrás en el camino del nuevo mundo.  
La preparación académica nos otorga sin que nos percatemos una suma incontable de saberes que luego regularan nuestro análisis, volviéndonos indefectiblemente subjetivos con tendencia a lo aprendido a lo largo del pasaje que transitamos consciente o inconscientemente, por elección o por necesidad.  Entonces, serán NO hijos de Dios aquellos que no apliquen el mismo criterio o actúen a partir de saberes distintos a los míos, saberes erróneos.
Estamos algo distraídos, y digo algo porque la otra parte de nosotros esta confundida. ¿Porque decimos lo que decimos, y porque sostenemos el discurso mas allá de la critica?
Conocemos la tendencia de ciertos lugares, sabemos que hace frío con solo mirar la geografía, y ubicamos el infierno muchas veces cercano al Ecuador. Pero lo cierto es que solo sabemos lo que leímos de un mapa desconociendo totalmente la precisión de los datos, como también deducimos el verano a consecuencia de un calendario. La realidad se confunde con la deducción; y como nadie lo sabe, sin darnos cuenta caminamos efímeramente sobre una de las dos.
La otra vertiente posible que se desarrolla en la maqueta del mundo tiene que ver con los intereses y expectativas de la vida, o intentos de vida. Algunas luchan corren desesperadamente detrás de la ambición de color verde, la cual coquetea con su valor a diario generando lo que el mundo dominado reconoce como “crisis financiera”. El otro extremo es algo menos pretencioso, y solo desea masticar barato aquello que el Mesías utilizo para alojar su cuerpo por siempre. Aquí nace también la dependencia eterna, esa que el mundo padecerá por siempre, la guerra interminable entre el valor y el ser, la honestidad o el dinero, el precio o la libertad.
En las casas, en las mansiones, en los montes y en los lugares que aun no conocemos. En grupo, de a dos, con desconocidos o en solitario. Con alegría, con dolor, con culpa y con sueños; siempre nos encontramos desesperados en situaciones cotidianas que intentamos revertir. Esto no es nuevo para la humanidad, pero tampoco se podría garantizar que sea humanamente aceptado. Sin embargo somos el ejemplo, somos la corrección como también el error. Somos los matices y la oscuridad, somos el problema a resolver. Pero pocas veces nos damos cuenta que nuestras frustrantes e interminables criticas somos nosotros mismos, y que la voluntad de cambio no alcanza a la hora de esperar un resultado.

   



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